Río de Janeiro: tras el operativo policial, vecinos recuperaron decenas de cuerpos en las favelas de Penha y Alemão
Habitantes de las comunidades trasladaron al menos 50 cuerpos a una plaza luego del violento operativo contra el Comando Vermelho. Activistas denuncian que las víctimas no están incluidas en el conteo oficial de 64 muertos. La ONU expresó su “horror” y exigió una investigación inmediata.
Río de Janeiro amaneció envuelta en escenas de horror luego del sangriento operativo policial realizado el martes en los complejos de favelas de Alemão y Penha, en el marco de una ofensiva contra el Comando Vermelho, la organización narco más antigua de Brasil. Tras la irrupción de unos 2.500 efectivos de seguridad, vecinos de la zona recuperaron al menos 50 cuerpos y los trasladaron a una plaza del barrio de Penha, donde familiares comenzaron a identificarlos durante la madrugada.
Las autoridades todavía no confirmaron si los cadáveres forman parte del listado oficial de 64 muertos —entre ellos cuatro policías— que dejó el operativo. Según relató el activista Raull Santiago al diario Folha de S. Paulo, la escena fue “digna de una historia de terror” y denunció que los cuerpos hallados “no están contabilizados” en el registro oficial.
De acuerdo con la reconstrucción publicada por Página/12, los cuerpos fueron recuperados por los propios habitantes de las favelas sin ayuda de las autoridades. Todos eran hombres, y fueron colocados uno al lado del otro, cubiertos con telas, mientras decenas de vecinos intentaban reconocerlos. La búsqueda fue liderada principalmente por mujeres, muchas de ellas madres, hermanas o esposas de las víctimas.
Las imágenes circularon rápidamente en redes sociales, provocando indignación y reclamos de justicia. La diputada Renata Souza difundió una fotografía tomada a las tres de la madrugada, en la que se observan los cuerpos tendidos en la vereda. “¡Sanguinario! Ya son más de 70 cuerpos y el conteo solo aumenta”, escribió en X (ex Twitter).
Souza calificó lo ocurrido como “un proyecto de barbarie que deshumaniza y extermina a los habitantes de las favelas y periferias” y acusó al gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, aliado del expresidente Jair Bolsonaro, de haber promovido una política de “necropolítica como plataforma electoral”. “Tras la masacre más mortífera de la historia, ¿acaso Río de Janeiro amaneció más segura, Cláudio Castro?”, cuestionó la legisladora.
El operativo, denominado “Contención”, tenía como objetivo desarticular células del Comando Vermelho. Durante los allanamientos fueron detenidos Thiago do Nascimento Mendes, alias Belão do Quitungo, identificado como uno de los líderes regionales de la banda, y Nicolás Fernandes Soares, operador financiero de Edgar Alves de Andrade, otro de los jefes del grupo criminal.
Ante la magnitud de la violencia, el gobierno federal de Luiz Inácio Lula da Silva convocó una reunión de urgencia en el Palacio de Planalto, en Brasilia, para analizar lo sucedido. La cumbre reunió a miembros del Ejecutivo y de la cartera de Justicia, y se decidió enviar una comitiva a Río de Janeiro para coordinar acciones con el gobierno estatal.
El gobernador Cláudio Castro defendió la actuación policial y, al mismo tiempo, criticó la falta de apoyo federal: “Río estaba solo durante el operativo”, declaró. El intercambio de acusaciones entre los gobiernos federal y estadual profundizó la tensión política en torno al uso de la fuerza en los barrios populares.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó estar “horrorizada” por la masacre y recordó a las autoridades brasileñas sus obligaciones bajo el derecho internacional. “Urgimos a que se conduzcan investigaciones prontas y efectivas sobre las muertes”, indicó en su cuenta oficial de X el organismo encabezado por Volker Türk.
La ONU advirtió, además, que el caso “sigue una tendencia de operaciones policiales violentas contra comunidades marginales en Brasil”, y llamó al Estado a revisar sus políticas de seguridad pública para evitar que se repitan episodios de esta magnitud.
Mientras tanto, en Penha y Alemão, la imagen de los cuerpos alineados en la plaza se convirtió en un símbolo del dolor y la indignación de las familias que reclaman justicia por lo ocurrido en uno de los episodios más sangrientos de la historia reciente de Río de Janeiro.

