Wall Street y un rally envidiable, que no espera la ayuda de la FED

La FED no está convencida y se tomará su tiempo. Confía en la merma de la inflación y su convergencia a la meta de 2% pero necesita acrecentar la confianza. A no engañarse. El mercado bull precisa más que una sana Nvidia.

Wall Street y un rally envidiable, que no espera la ayuda de la FED

 

La FED no recortará las tasas cortas pronto. Las largas tienden a subir y mantenerse por encima de 4,25%. La subasta de bonos del Tesoro a 20 años fue pobrísima. Ningún drama. Wall Street establece récord tras record. La clave del último empuje fue el balance excepcional de un único papel, Ndivia. Inyectó en una rueda u$s277 mil millones al valor de mercado de la compañía (otro récord). Y azuzó la toma de riesgos de inversores que todavía vierten más su liquidez hacia el efectivo que a las acciones. Pero lo que derrama allí enciende un rally envidiable que no reconoce fronteras. Y en ese festival de fuegos de inteligencia artificial hasta el Nikkei es capaz de quebrar máximos de 34 años atrás. ¿Cartón lleno? Faltaría que China corrija su extravío y se ponga al día.

La baja de tasas debe esperar. La FED no está convencida y se tomará su tiempo. Confía en la merma de la inflación y su convergencia a la meta de 2% pero necesita acrecentar la confianza. No la frena la inflación per se, sí los bríos de la economía real (que si no se moderan pudieran reavivarla). Esperar es un lujo que puede darse porque lo suyo, esta vez, no es una operación de salvamento y rescate. La poda de tasas será una gestión de mera prevención sin un percance a la vista que fuerce su decisión.

La FED pide literalmente que le concedan un par de reuniones más antes de empezar con los recortes, Patrick Harker (FED de Filadelfia) dixit. Hasta junio. ¿O acaso una demora (de tres meses) causará una recesión? No existe indicación de peligro inminente, se pregunta y se contesta el gobernador Chris Waller. Por supuesto que hay un puñado de pronósticos, inalterables desde 2022, como los de la curva de bonos del Tesoro o la canasta líder, pero el lobo no aparece y Waller y sus colegas lo descarta.

La Fed puede esperar. Wall Street, no

Wall Street, en cambio, no espera. Supo ser paciente durante dos años. Y soportó el chubasco de un mercado bear sin recesión (algo así como un castigo anticipado por un pecado que, al final, no se cometió). La Bolsa primero se convenció de que no habría recesión, y se tomó luego un año largo antes de atropellar los máximos en enero. Ahora es un frenesí. El S&P 500 barrió con el umbral de los 5 mil puntos un par de semanas atrás y el viernes sobrepasó fugazmente los 5100. No la acobardó el vértigo del ascenso, el tiempo suplementario que pide la FED para actuar ni se fatigó por las dudas sobre la marcha de la inflación que sembró la data de enero.

A Wall Street le bastó con corroborar que no hay antídoto contra la Nvidia. La acción –en el epicentro de la bonanza de la inteligencia artificial– trajo a la mesa un balance rutilante. Hizo trizas los estimados de ingresos y de ganancias. Y se puso al frente de la embestida de 5 mil papeles en los EEUU (Wilshire 5000) y de miles más fuera de EEUU. ¿Es una burbuja? ¿Qué tan real es el negocio de la inteligencia artificial y, aun en el mejor escenario, la posibilidad de los pioneros de retener para sí los beneficios? El tiempo lo dirá. Ahora, no hay tiempo que perder.

Nvidia fue ariete y disparador. El jueves, el dominó alcista llevó al Dow Jones Industrial y al S&P500 y al Nikkei y al EuroStoxx 600 a estrenar récords flamantes. En la vorágine, la Bolsa de Tokio pudo por fin superar la cima nominal de 38915,87 puntos del último día hábil de 1989. Que Japón sí haya caído en una recesión no fue, por cierto, impedimento. La fiebre llega a todos los rincones. No hay como el afán de lucro: Goldman Sachs ya encontró una réplica allí de las Siete Magníficas acciones que lideran el boom en EEUU. Son los Siete Samurais. ¿Qué podría salir mal? ¿O qué tan fácil es clonar el éxito?

A no engañarse. El mercado bull precisa más que una sana Nvidia para crecer a lo ancho y largo de las pizarras, sostenerse y prosperar. Que la FED demore la poda de tasas es, contra lo que podría pensarse, una muy buena señal. La economía no requiere de primeros auxilios. El banco central está cómodo de brazos cruzados ¿Cuánto alentaría a los mercados un recorte que corriese a apagar un incendio? La FED no necesita apresurar el acabado fino de su tarea. Prefiere errar esperando de más que por precipitarse. Las tasas de interés son elevadas, las cortas pero también las largas. Esas colinas más altas que la inflación son la mejor garantía de que todavía se puede comprar el rumor aunque haya que vender cuando la baja de tasas sea la noticia.

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