Recomendaciones para minimizar pérdidas de cosecha en esta gruesa

La falta de regulación de las cosechadoras causa pérdidas de hasta 115 kg/ha de soja y de 180 kg/ de maíz a nivel nacional. Repasamos aspectos básicos para que en esta cosecha gruesa no se escape ningún poroto.

 

Antes de comenzar la cosecha en cada lote, la planificación es el primer paso. Aquí conviene tomarnos unos minutos en observar la forma del lote -ancho y longitud-, la capacidad de nuestro equipo medido por el ancho del cabezal y número de equipos, y cantidad de equipos de apoyo -tractores y acoplados tolva-, para planificar un sector de descarga que esté sincronizado con los momentos de llenado de la cosechadora, para evitar así la circulación innecesaria de los equipos y procesos de compactación superficial del suelo.

Lista la planificación, repasamos las variables más importantes que condicionan la calidad de la cosecha y las pérdidas.

1- La condición del cultivo

A la hora de la puesta a punto, lo primero a considerar es la condición del cultivo. En soja debe pensarse en el porte, maduración y humedad del grano. Esto último condiciona el riesgo de apertura de vainas. “Mientras un 15-16% es un buen valor de humedad para entrar, hoy suele cosecharse con menos del 8-10%”.

En maíz, el mayor problema son los tardíos, que suelen quedar en el lote hasta julio/agosto. Las heladas retrasan el secado, el grano queda expuesto a micotoxinas y las plantas tienen cañas débiles y espigas mal prendidas, todo lo que aumenta las pérdidas.

En maíces golpeados por la seca encontramos espigas desuniformes o plantas con doble espiga, lo que lleva a regular pensando en el compromiso entre levantar todo y no meter demasiado material. El cabezal debe regularse con pocas vueltas de los rolos y usando chapas para no desgranar.

2- La velocidad de cosecha

En soja, el 70% de las pérdidas de cosecha en soja, están provocadas por el cabezal. En la oleaginosa, el primer elemento mecánico que toma contacto con el cultivo es la barra de corte. En los diseños de barra de corte utilizados en nuestro país la calidad del corte se ve directamente afectada por la velocidad de avance de la cosechadora.

Mientras mayor sea la velocidad de avance, más largo será el recorrido de la planta, impulsada por la cuchilla hasta el puntón donde se efectúa el corte. Eso significa que el movimiento lateral y hacia delante de la planta será mayor, lo que incrementa directamente el desgrane de la planta y las pérdidas por cabezal.

El cabezal maicero es diferente al sojero/triguero, pero la velocidad también afecta su desempeño en el lote. Si la barra de corte del cabezal es el elemento crítico en el cultivo de soja, las placas espigadoras lo son en la cosecha de maíz. En la eficiencia de uso de este elemento, hay una combinación de diferentes factores: contenido de humedad, rendimiento, consumo de combustible y demanda de terminar el trabajo cuanto antes.

Las placas espigadoras deben extirpar la espiga del tallo y dejar el resto de la planta en el terreno. Si no combinamos correctamente la velocidad de avance con la de trabajo del cabezal, observaremos un efecto de empuje o de arrancado de la planta por parte del cabezal, lo que provocará caída de espigas del cabezal o bien arrancado de toda la planta.

La forma de evaluar el trabajo de un cabezal maicero desde el terreno, es pararse detrás de la máquina y observar el material que despide por la cola. En un trabajo adecuado la máquina debería despedir únicamente marlos limpios y restos de chala. Si despide restos de caña y hojas, o si observamos tallos arrancados o cortados en la línea de siembra, significa que la combinación velocidad de avance, separación entre placas espigadoras y velocidad de rotación del cabezal es inadecuada.

3- La rectificación de elementos en contacto con los granos

La rectificación de los elementos que toman contacto con los granos a lo largo de su camino por el interior de la máquina y hasta que los mismos son descargados en el silo o en el camión, es clave para reducir el daño mecánico. Esto incluye los elementos de trilla y los mecanismos que mueven el grano, como tubos de descarga, tornillos sinfín, etc..

El uso de los mismos en la campaña y el roce con el flujo de granos es altamente esmerilante y provoca desgaste del metal y afilado de las superficies, lo que aumenta el  daño mecánico de los granos. Este trabajo de rectificación se debe realizar no sólo en la cosechadora, sino también en los sistemas de descarga de la tolva.

Medir pérdidas, la clave para ganar eficiencia

La metodología de evaluación de pérdidas de cosecha es una herramienta fácil y sin costo que debe ser incorporada al trabajo de cosecha de granos. Es un excelente medio de apoyo desde el terreno para trabajar en equipo con el operario maquinista.

Consiste en colocar cuatro aros de alambre de 56 centímetros de diámetro en una zona representativa del lote y juntar los granos y vainas que estén sueltos dentro de cada uno. Las vainas que estén adheridas a la planta, pero por debajo de la altura de corte, cuentan como disminuciones, ya que no serán alcanzadas por el cabezal.

Luego del paso del cabezal y antes de que el material sea expulsado por el equipo, se realiza la estimación de pérdidas provocadas por la máquina. Se arrojan cuatro aros ciegos: uno debajo del cajón de zarandas –zona central– y otros tres en el área del cabezal.

Las pérdidas que se registran por la cola de la cosechadora estarán dadas por la cantidad de granos sueltos y los obtenidos de vainas o espigas desgranadas que quedan en la parte superior de cada aro. En tanto, las mermas por cabezal remiten al nivel de granos que se encuentra por debajo de los aros ciegos.

Finalmente, se mide el volumen total de granos recogidos: 60 granos de soja, 33 de maíz, 140 de girasol o 285 de sorgo por metro cuadrado representan 100 kilos de pérdida por hectárea. Otra alternativa es pesar los granos con una balanza y calcular las mermas: 10 gramos por metro cuadrado equivalen a 100 kilos de pérdida por hectárea.

La medición de pérdidas tiene que ser parte indispensable de la regulación inicial de la máquina, pero también debe efectuarse a lo largo de la jornada de trabajo, debido a que las condiciones de cosecha fluctúan según el ambiente.

La limpieza

Si observamos los mapas de distribución de malezas resistentes de Argentina y solapamos campaña sobre campaña, veremos cómo los primeros focos de contaminación coinciden con las principales rutas de circulación de los equipos de cosecha. Esto señala a las cosechadoras como uno de los principales vectores de contaminación y traslado de semillas de malezas resistentes a herbicidas.

Si consideramos el costo de un control químico curativo en un lote, nos daremos cuenta que invertir tiempo en limpiar la cosechadora de un lote al siguiente y de un campo a otro, es considerablemente más barato para controlar malezas.

Comenzar la limpieza realizando un soplado a conciencia, desde la barra de corte hasta el sistema de distribución de residuos, limpiando el interior de los órganos de la cosechadora tanto como sea posible.

A continuación, desmenuzar un fardo de heno y mediante el embragado del sistema de trilla y separación, hacer que la máquina se lo trague. El flujo de heno a través del sistema de la cosechadora arrastrará las semillas de malezas que hayan sobrevivido al primer soplado. El proceso debe terminar con un último soplado a conciencia, nuevamente desde la barra de corte hasta la cola de la máquina.

 

Fuente EEA INTA Salta y Manfredi.

 

 

 

 

 

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